El problema del conocimiento de la realidad
Una de las principales actividades de la filosofía consiste en llevar a cabo un análisis de la propia actividad del conocer. De ello se ocupa la teoría del conocimiento, también llamada gnoseología. Se trata de una parte de la filosofía que estudia el origen y naturaleza del conocimiento, los tipos, sus posibilidades y límites y los métodos para conocer. Su objetivo consiste en averiguar qué hay de verdadero o falso en la relación entre lo que creemos conocer y la realidad como es en sí misma.
Nuestro conocimiento tiene su origen en la experiencia, a partir de los datos percibidos por los sentidos. Estos datos –olores, colores, etc.- que, inicialmente son diversos y caóticos, son posteriormente ordenados, clasificados, etiquetados, etc., por el cerebro humano. De esta forma, el conocimiento es, sencillamente, la relación entre la mente del individuo y todo aquello exterior a ella.
relación
SUJETO ----------------------------------------------------------------> OBJETO
Existe, además, otra complicación: cuando conocemos, estamos interpretando aquello que conocemos, es decir, damos un sentido y un significado a las cosas, hechos y personas. Un sencillo ejemplo sirve parea ilustrar la anterior afirmación: la película que para ti es interesante, para otro es aburrida. Y la interpretación es subjetiva, depende de cada individuo, de sus circunstancias vitales, del momento y e lugar, de los conceptos lingüísticos que posee nuestro lenguaje, etc.
Criterios de verdad
El problema es el siguiente: ¿existe un único criterio infalible para estar seguros de la certeza de nuestro conocimiento? Filosóficamente hablando, no.
Veamos las proposiciones científicas:
• El tiempo. En el pasado remoto y arcaico, en las raíces y los orígenes, se considera en las sociedades primitivas como verdadero. En la sociedad moderna lo llamamos la tradición.
También está la visión opuesta, que ve en el futuro histórico la consecución de lo que ahora solo es deseo: el futuro dirá –verificará- si lo que ahora se piensa es verdad o mentira.
• La autoridad. Se acepta como verdadera la palabra de quien se considera sabio en una materia o líder de una comunidad. Basándonos simplemente en la confianza, nos resulta impensable la falsedad o el error de su palabra, por lo que la aceptamos acríticamente. Sin embargo, a veces, el exceso de confianza en una doctrina puede hacer caer en el dogmatismo.
• El sentimiento de certeza psicológica o moral. Se basa en una convicción interna, subjetiva, y en la fidelidad a nosotros mismos. El peligro aquí radica en caer en el subjetivismo o el relativismo.
• La evidencia. Es el criterio de verdad por excelencia. Consideramos que una cosa es evidente cuando se muestra de forma directa o inmediata ante un individuo tan clara que consideramos que no podemos dudar de ella y que no necesita ser demostrada.
• La intersubjetividad y el diálogo. Algo no puede ser nunca considerado como objetivamente verdadero si solo es afirmado por una persona o una única colectividad. Por el contrario, debe ser compartido por muchos individuos, convirtiéndose en una verdad inter-subjetiva, y si hay consenso en toda la comunidad científica.
En conclusión, no hay ningún criterio de verdad absoluto, depende del contexto, de la ciencia, de los medios para obtenerla, etc.
Condiciones de un diálogo:
- Acepta al otro como indiferente.
- Está dispuesto a renunciar a mi válida aspiración máxima.
Autores: Adrián Lomas e Izaskun Marín.

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